lunes, 24 de octubre de 2016

MI AMIGO

Me llamo Rubén García y tengo 14 años. Muchos dicen que soy un chico bastante raro y friki. Tengo el pelo rubio muy oscuro peinado hacia arriba, unos ojos marrones profundos, pero con un toque de verde, la cara sana y sin granos por suerte, soy bastante alto para mi edad, de carácter soy tímido y cerrado con las personas por eso me cuesta hacer amigos. Vivo con mi hermana pequeña de tres años y mis padres. 

A partir de los seis años mis padres me notaban raro y más cuando me escuchaban hablar solo por las noches, entonces un día me llevaron a un psicólogo y fue allí donde supieron que tenía esquizofrenia. Desde ese día tenía que ir al psicólogo todas las tardes de lunes y viernes. 

Un verano nos fuimos de vacaciones a Almeida (Portugal) y allí conocí a un niño de mi misma edad de siete años. Me dijo que se llamaba Floty, sí, extraño nombre. Era un poco más bajo que yo, su color de pelo era un marrón muy intenso y llevaba un flotador de pato alrededor de su cadera. Faltaba poco para terminar las vacaciones, entonces Floty me dijo si podía venir conmigo un tiempo y yo contento se lo dije a mis padres. Ellos extrañados dijeron que sí no muy convencidos. Todo el trayecto me lo pasé jugando con él, fue un viaje muy divertido. 

Pasaban los meses todo iba genial, hasta que un día llegando del colegio no encontré a Floty y era extraño ya que siempre me esperaba en mi habitación, me preocupé y se lo dije a mis padres, ellos con cara de preocupación me dijeron que me sentara en el sofá que tenían que hablar seriamente conmigo. 

Fui a sentarme y allí fue cuando no me podía creer lo que estaba escuchando. Me contaron sobre mi enfermedad y de qué se trataba. Entonces recordé a mi amigo y pregunté por él, sus palabras me sorprendieron y a la vez me entristecieron: “Rubén, tu amigo es un flotador que compramos en las vacaciones de Portugal, nunca fue real ese tal Floty, y para que te cures de tu enfermedad he guardado el flotador en un lugar secreto. Lo hacemos por tu bien”. Me sentía triste, pero los entendía tenía que recuperarme y hacer nuevos amigos reales, les di un gran abrazo mientras ellos decían que era lo correcto. 

Ahora ya, estoy curado de la enfermedad y cada vez que puedo subo al desván a ver aquel flotador de pato viejo y deshinchado que me hizo pasar la mejor infancia que un niño puede tener. 

Vero Pinilla 2n A d'ESO


HE GUARDADO EL FLOTADOR

Después de que ella falleciera no dudé en continuar su diario. Allí explique por qué porqué lo hice y le pedí perdón millones y millones de veces. Ya han pasado siete años, y ya cumplí mi condena junto a Jan, su mejor amigo. Ahora tengo 23 años. Estoy soltera y tengo prohibido tener carné de conducir después de lo que le hice a Laura. 

Aún no recuerdo en que estaría pensando. Sigo sin dormir, y las noches se me hacen eternas. A veces me tomo pastillas, para descansar mínimamente unas cinco horas. Pero aun así, recuerdo su cara y me despierto inmediatamente. 

Ayer fui a su casa, donde viven sus padres, después de lo ocurrido. La madre no me puede ni ver (normal) y el padre, bueno él no sé cómo ni porqué pero él me ha perdonado, pero me tiene un poquito de rencor acumulado. Cuando entré por la puerta vi a Juan, el padre de Laura, meditando en la entrada, y más al fondo se veía una cabeza sobresaliendo por arriba del sofá. Era Lara, la madre de Laura. Ella estaba llorando, mirando fijamente la pantalla de la televisión, que permanecía apagada. Sin mirarme, ella me dijo “siéntate” y yo silenciosamente obedecí. Apretó “play” en el mando a distancia, y en la pantalla se proyectó un video, con música triste de fondo. 

-Ahí era tan solo una niña. Era feliz e inocente. ¡Mira eso! Fue su primer flotador, se lo regalo su padre- dijo ella mientras se le caía una lagrima por la mejilla. Atentamente escuchamos su voz, que salía del video. 

-Mira mami, papá me lo ha doblado y yo lo he guardado. ¡Mira mami! Mi flotador… ¡he guardado el flotador! Ambas reían en el video. Ese, era de su cumpleaños, cuando hacía seis añitos. 

Justo ese día empezó el diario que continuó escribiendo hasta el día de su muerte. Y por eso Lara le puso al diario de Laura “el flotador, mi gran apoyo”. Porque es lo único que queda de ella: el diario y el flotador, que permanece enganchado en la pared de su habitación. 

Inti Orozco, 2n B d’ESO 


DISFRAZ DE PATO

Era un día normal, como cualquier otro, de repente mi amiga Laura me dio una invitación para ir a su fiesta de cumpleaños el domingo por la tarde. Pregunté a mis padres si podía ir y dijeron que sí, así que le envié un mensaje diciéndole que iría. 

El día anterior fui a comprar los regalos, uno era una pulsera azul y rosa, muy bonita y el otro regalo era un libro. 

¿Sabéis que paso cuando fui a comprar el segundo regalo? ¡Que Laura estaba en la tienda!, pero mi madre cogió un periódico para disimular, pero creo que no funcionó. 

Después de las compras, me encontré con unas amigas que también iban a ir a la fiesta. Hablando con ellas me enteré que ¡la fiesta era de disfraces!, me quede de piedra, así que tenía que pensar rápido ya que la fiesta era el día siguiente. Pasé todo el día buscando y no encontré nada. 

A la mañana siguiente, seguí buscando un disfraz que ponerme. Por casualidad encontré un flotador en el armario con forma de pato, y eso me dio una idea… ¡bingo!, ire disfrazada de pato, así que pensé, cogí ropa oscura, de color negro para ser mas exactos, luego coji el flotador, le até unas cintas de color negro y ¡disfraz hecho! 

Cuando llegué a la fiesta todos iban con disfraces de princesas, vaqueros, piratas, caballeros, algún dragón… ¡y mi patito!, he de decidí que en ese momento me sentí orgullosa de mi disfraz, ya que me había quedado bastante bien. Nos lo pasamos muy bien en la fiesta, hicimos algún combate con el dragón y decoramos marcos. 

Pero llegó la hora de irse a casa, cuando llegué me quité el disfraz y me fui a dormir feliz, pensando en el próximo disfraz que haría. 

Desde ese día he guardado el flotador en el armario con mucho cariño. 

Xènia Caballé Ibars 2nA ESO