lunes, 6 de noviembre de 2017

HE GUARDADO EL FLOTADOR

A veces, cuando el viento se levanta, aún recuerdo las tardes de verano de mi infancia, especialmente aquella que empezó con un extraño descubrimiento. Era un redondo y transparente objeto, blando y con un agujero en el medio. Le pregunté a mi padre de qué se trataba.

- Seguramente es otro objeto de los humanos, Oeillet.
- Si, supongo… ¿pero mañana puedo averiguar qué es?
- De acuerdo, pero recuerda no acercarte mucho a los humanos. Ya sabes que nosotros, los diminutos, somos tan pocos por su culpa. ¡Ah!, y recuerda preparar las cosas para la mudanza.
- ¿Seguro que tenemos que mudarnos? A mí me gusta esta casa, y además tendremos que rodear el río para poder cruzar y esto es mucho tiempo.
-Y cuando derriben la casa, ¿dónde nos esconderemos? No podemos estar aquí o nos quedaremos enterrados. Por eso buscaremos otra casa.

Nunca me había alejado de esa casa, y me daba miedo hacerlo. Pero conseguí dormirme.
Al despertar, solo quería ir a buscar el extraño objeto que había visto en una de las habitaciones de la casa vecina. Pulgas, el perro de la casa, correteaba por el jardín. Me agarré a su pata y, después de una corrida impresionante, llegué a la habitación del niño.
Busqué el objeto, hasta encontrarlo sobre la mesa. Pensé una forma de subir i vi el cable de la lámpara, así que lo usé para trepar hasta él. Entonces, Pulgas empezó a ladrar, y de repente el niño entró en la habitación.

- Mirabas el flotador ¿verdad?
- ¿Así es como se llama ese extraño objeto? – Le miré respondiendo no del todo convencida.
- Sí, sirve para flotar sobre el agua, es muy divertido.
- Si pudiera tener el flotador -pensé-, podríamos cruzar el río sin problemas, y ganaríamos mucho tiempo.
- ¿Por qué eres tan pequeña?
- ¿Me darías ese flotador? – Le pregunté ignorando su pregunta.
Sonrió.
- Sólo si me dices tu nombre. Yo soy Marco.

Dudé, pero finalmente le dije mi nombre.
Esos días antes de la mudanza, los pasamos juntos, además, Marco me enseñó a usar el flotador. También aprendí que no todos los humanos son malos, como decía mi padre.
Cuando nos mudamos de casa, no nos volvimos a ver nunca, pero es por es que tengo ese trozo de plástico, tan peculiar que consiguió hacernos conocer. Lo he guardado todo este tiempo, solo para no olvidar, lo que un día pasó.


Anna Torra 2nB


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